Por qué las grandes petroleras siguen invirtiendo en Venezuela pese a la crisis y los riesgos

The logo of the Venezuelan state oil company PDVSA is seen at a gas station in Caracas, Venezuela August 10, 2016. Picture taken August 10, 2016. REUTERS/Marco Bello - RTX2KVSW

Image: REUTERS/Marco Bello

BBC Mundo
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Las nacionalizaciones del pasado y la crisis actual han golpeado a las grandes compañías internacionales del sector, pero no hasta el punto de hacerlas renunciar a los miles de millones de dólares futuros que se esconden bajo el suelo de Venezuela.

Un ejemplo: en 2008, al año de ser expropiada y mientras mantenía una batalla jurídica contra el gobierno, una gran compañía estadounidense invertía un par de millones de dólares para comprar el sobre de información sobre la apertura de la faja del Orinoco, la zona del noreste de Venezuela donde está la mayor reserva certificada de petróleo del mundo.

"A pesar de haber sufrido confiscaciones y nacionalizaciones quizás más agresivas que las que se han producido en otros países, las empresas van a seguir invirtiendo", afirma a BBC Mundo el economista Alejandro Grisanti.

Esas reservas en el subsuelo suponen un atractivo enorme para empresas como la rusa Rosneft, la española Repsol, la estadounidense Chevron, la italiana ENI, la india ONGC y la china CNPC, entre otras.

"En la faja del Orinoco tienes empresas que representan a los diferentes países que componen el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, lo que da una idea de la visión estratégica y comercial de las inversiones en la faja petrolífera del Orinoco", afirma a BBC Mundo el economista Fernando Travieso, experto en la industria de hidrocarburos.

Casi todas las grandes firmas del sector tienen presencia en Venezuela. Faltan las estadounidenses ConocoPhillips y ExxonMobil, que en 2007 no aceptaron el decreto de nacionalización del gobierno de Hugo Chávez que ordenaba la formación de empresas mixtas con el sector privado en las que el gobierno tendría la mayoría.

Eso llevó a expropiaciones, litigios e indemnizaciones, ya solventados en el caso de ExxonMobil, pero aún no en el de ConocoPhillips. Las demás siguen en Venezuela, aunque no ajenas a los problemas del país.

El funcionamiento general de las compañías mixtas consiste en que el petróleo y el gas extraídos pasan a manos de PDVSA, la compañía estatal venezolana, que se encarga de la exportación y del reparto posterior de dividendos a la empresa privada.

Esos dividendos ahora tardan en llegar. Pero, ¿a qué se deben las dificultades que las compañías lamentan casi siempre en voz baja?

La respuesta es la situación de la compañía estatal PDVSA. "No puede pagar, se quedaron sin plata", afirman a BBC Mundo las fuentes anónimas, que señalan que los retrasos comenzaron con la caída de los precios del crudo a partir de 2014.

PDVSA, que niega estar en problemas, es mucho más que una petrolera. En un país en el que el crudo supone US$97 de cada US$100 que entran a Venezuela y que importa casi todo, incluidos los alimentos, la compañía es la base de la economía del Estado.

El "banco" PDVSA

Los analistas coinciden en que es un "banco" para el país. El dinero que llega del petróleo ayuda a financiar los planes sociales del gobierno de Nicolás Maduro y ahora, en tiempos de grave crisis económica, también a comprar alimentos.

Así lo reconoce la propia PDVSA, según el prospecto que la compañía mostró a inversionistas durante la reciente operación de canje de bonos que sirvió para diferir pago de deuda y aliviar el flujo de caja.

"Estamos requeridos por la ley venezolana a hacer significativas contribuciones a programas sociales", decía el documento, según el portal venezolano Prodavinci.

"Entre el 2011 y el 2015, las contribuciones sociales promediaron el 14% de nuestros ingresos (…). No podemos asegurarles que las contribuciones no vayan a aumentar en el futuro y a tener un impacto material en nuestro negocio, resultado operacional o nuestra posición de liquidez y en la capacidad de honrar compromiso financieros u otros pagos".

Esas contribuciones no son ahora tan sostenibles con la caída de los precios del petróleo, que se cifra en un 50% desde 2014.

Según los números que la petrolera estatal venezolana PDVSA reporta a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), a partir del máximo de 3,20 millones de barriles diarios (mb/d) registrados en septiembre de 2008, la producción de crudo de la estatal empezó a declinar.

A fines del año pasado era de 2,57 mb/d y en agosto de este año cayó hasta 2,33 mb/d.

Los analistas achacan este descenso a la falta de inversiones y de mantenimiento de una compañía que no sólo se dedica al petróleo.

La formula es crítica para PDVSA: menos producción, petróleo más barato y mayores contribuciones a otras partidas del Estado por la crisis. Y eso repercute en los beneficios de las grandes petroleras.

"Exposición"

La española Repsol, por ejemplo, cifró a fecha 30 de septiembre una exposición patrimonial en Venezuela de 2.300 millones de euros (US$2.476 millones).

En el ultimo informe ante el supervisor bursátil español calificó la venezolana de "una economía hiperinflacionaria".

Y al cierre del ejercicio de 2015, según los medios españoles, Repsol registró en su balance un deterioro de 408 millones de euros en Venezuela.

Las razones: "No sólo el descenso de los precios del crudo, sino también las incertidumbres asociadas a la situación económica y cambiaria en Venezuela".

Pese al riesgo, la empresa firmó a comienzos de octubre con PDVSA un acuerdo por el que la compañía española invertirá US$1.200 millones con el objetivo de "duplicar" la producción de la empresa mixta que comparten, según dijo el ministro del Petróleo y presidente de PDVSA, Eulogio del Pino.

"PDVSA les deja (a las trasnacionales) todo el esfuerzo de inversión y luego las ganancias se las reparten. Es una sociedad desigual", critica el economista Asdrúbal Oliveros en conversación con BBC Mundo.

Reservas probadas

Sin embargo, el riesgo para Repsol y para otras empresas merece la pena en un país rico en crudo y en gas.

"En Venezuela, las reservas están probadas, los costos de producción son sumamente bajos y el potencial energético es superior o igual al de Arabia Saudita, que es el principal productor del mundo", explica el experto Alejandro Grisanti a BBC Mundo.

La faja petrolera del Orinoco no sólo tiene las mayores reservas del mundo, sino que éstas se hallan a escasa profundidad, por lo que su extracción resulta fácil.

A eso hay que sumar que la infraestructura, algo deteriorada, según los críticos, ya está construida, que el clima es siempre bueno y que, pese al conflicto político entre gobierno y oposición, es un país relativamente seguro. Sobre todo si se compara con los que están en guerra de Medio Oriente y África.

Además, lo difícil es entrar en el país, por lo que una vez dentro del mercado y ya obtenidas las licencias del gobierno, conviene quedarse y evitar posibles expropiaciones, aunque ahora haya que reducir la producción y minimizar gastos.

El objetivo es "evitar seguir incurriendo en pérdidas y sostener la operaciones", opina el economista, que asegura que las petroleras están en una especie de "control de daños" a la espera de que mejoren las condiciones con el actual o con otro gobierno.

"Creo que producir petróleo en Venezuela es muy barato y sencillo. La potencialidad del país hace que se sigan quedando en Venezuela con la esperanza de una reapertura del sector petrolero", agrega el economista Alejandro Grisanti.

El factor político

Y más allá de la mayor o menor rentabilidad económica entra en juego la política. China, Rusia e India compran a través de sus petroleras deuda del gobierno de Venezuela, que a su vez otorga a estos países, por ejemplo, nuevas licencias de explotación de hidrocarburos o de minerales.

Image copyrightAFPImage captionEl presidente Nicolás Maduro recibió una espada como obsequio de parte de Igor Sechin, director ejecutivo de la rusa Rosneft.

El 7 de octubre se evidenció el valor político que tiene el petróleo en Venezuela. El presidente Nicolás Maduro e Igor Sechin, director ejecutivo de Rosneft, inauguraron en Sabaneta, la ciudad natal de Hugo Chávez, un gimnasio cubierto y una estatua de 6 metros del fallecido presidente.

Ambas obras fueron un obsequio de la petrolera estatal rusa, cuya presencia en Venezuela crece conforme se refuerzan los lazos entre Caracas y Moscú.

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