Sustainable Development

Triplicar los impuestos al tabaco, clave para alcanzar Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas en 2030

An Iraqi man smokes waterpipe at a coffee shop in the street of Mosul, Iraq, February 3, 2017.  REUTERS/Ahmed Saad - RTX2ZIT5

Image: REUTERS/Ahmed Saad

Prabhat Jha
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Desarrollo sostenible

Desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) adoptó hace 10 años el Convenio Marco para el Control del Tabaco (CMCT), más de 180 países han firmado el tratado. Se han logrado avances en la extensión de la cobertura de intervenciones eficaces: más de la mitad de los países del mundo, con el 40 % de la población mundial, han implementado por lo menos una medida de control del tabaco y, a pesar del aumento de la población del planeta, la prevalencia del consumo de tabaco entre los adultos ha disminuido levemente en el mundo de 23 % en 2007 a 21 % en 2013. ¿Cómo se pueden lograr mayores reducciones del tabaquismo en la próxima década y contribuir a alcanzar las metas sociales y de salud de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas antes de fines de 2030? Revisemos algunas cuestiones fundamentales relacionadas con la epidemiología y los aspectos económicos del control del tabaco a nivel mundial.

Los fumadores enfrentan un riesgo de muerte tres veces mayor en comparación con las personas no fumadoras en condiciones similares, lo que da por resultado una pérdida de por lo menos una década de vida. Mientras los peligros del consumo de tabaco se acumulan lentamente, el dejar de fumar produce beneficios rápidamente. Las personas que dejan de fumar a los 40 años de edad, recuperan casi toda la década de vida que habían perdido debido al tabaquismo; aquellos que dejan de fumar a los 50 años, recuperan seis años de vida, y quienes dejan de hacerlo a los 60 años, pueden recobrar cuatro años. Hoy en día, más adultos dejan de fumar en los países de ingreso alto. En Canadá, por ejemplo, existen más de 1 millón de exfumadores adicionales que hace apenas una década. Sin embargo, debido en gran medida a las estrategias de marketing y de precios de la industria tabacalera, dejar de fumar sigue siendo un desafío importante de salud pública en la mayoría de los países de ingreso mediano y bajo donde vive el 85 % de los fumadores.

En el mundo, las ventas anuales de cigarrillos aumentaron de 5 billones de unidades en 1990 a alrededor de 6 billones en el presente. Desde el año 2000, la producción de cigarrillos ha aumentado en 30 % en China, país donde se consume el 40 % de los cigarrillos producidos en el mundo. Las ganancias a nivel mundial de la industria del tabaco que llegan a alrededor de USD 50 000 millones —o USD 10 000 por cada muerte atribuible al consumo de tabaco— permitirían tener acceso a funcionarios financieros, financiar estudios sobre los precios y realizar interferencias en contra del control del tabaco, todo lo que es sintetizado de manera magnífica por el comediante John Oliver. Un control serio del tabaquismo debe contrarrestar estas estrategias sobre la base de datos sanitarios, sociales y económicos sólidos que documenten el negativo impacto social del consumo de tabaco.

La OMS ha recomendado una reducción del 30 % en la prevalencia del tabaquismo para 2025, lo que evitaría por lo menos 200 millones de muertes antes de fines del siglo XXI entre fumadores actuales y futuros. La única manera recomendable de reducir el consumo de tabaco en esta medida sería triplicar los impuestos específicos sobre el tabaco en la mayoría de los países de ingreso mediano y bajo. Aumentar en tres veces los impuestos selectivos al tabaco duplicaría el precio al por menor y reduciría el consumo de tabaco en alrededor de 40 %. La OMS informó que, hasta 2015, solo 28 países de ingreso mediano y bajo tenían políticas integrales que abarcaban medidas para contrarrestar la publicidad, las restricciones para fumar en público y los impuestos apropiadamente altos, y que pocos países habían avanzado en el aumento de los impuestos.

La estrategia común de los productores de tabaco es cabildear ante los Gobiernos para mantener precios asequibles de los cigarrillos, mediante alzas de impuestos por debajo de la tasa de crecimiento de los ingresos, y diferentes gravámenes para distintos tipos de cigarrillos de modo de facilitar que los fumadores se cambien a marcas o tamaños más baratos. Para poner en práctica una tributación inteligente es necesario simplificar los impuestos adoptando, idealmente, un gravamen alto y uniforme para todos los tipos de cigarrillos (con filtro y sin filtro) y así reducir el reemplazo por productos de menor precio (¡y no olvidemos que todos los cigarrillos pueden causarle la muerte!).

El Gobierno de India ha aplicado recientemente modestas reformas tributarias en este sentido, y el ajuste de 2015 del impuesto al tabaco en China está reduciendo el consumo y aumentando los ingresos fiscales. Además, en 2016, equipos del Banco Mundial apoyaron el trabajo de equipos gubernamentales en Armenia, Colombia, Moldova y Ucrania para que emprendieran reformas tributarias integrales que fueron aprobadas por los parlamentos, y que reformaron las estructuras tributarias al tabaco y los niveles de las tasas. Asimismo, se está dando apoyo a otros países en todo el mundo. Algunos ejemplos de una tributación inteligente son el alza de impuestos en Canadá, de cerca de 5 centavos por cajetilla en 2014, así como la ley de la reforma del “impuesto al vicio” (que incluye el tabaco y el alcohol) de 2012 en Filipinas que ayudó a movilizar recursos internos para financiar la ampliación de la cobertura sanitaria universal.

Ha habido otros casos exitosos: en Botswana, Ecuador, Mauricio, México y Uruguay, líderes locales, con el asesoramiento de expertos fiscales, lograron grandes alzas de impuestos. En tanto en Sudáfrica se aumentaron los gravámenes en la década pasada y se ha reducido a la mitad el consumo entre los adultos.

Las intervenciones que no afectan los precios también desempeñan un papel importante ya que ayudan a reducir la aceptación social del consumo de tabaco. Las jóvenes estadounidenses se dedicaron a fumar en grandes proporciones en los años sesenta y setenta debido en parte a la agresiva publicidad (“La epidemia Virginia Slims”). Es probable que las prohibiciones o restricciones publicitarias sean una razón por la cual las jóvenes de China o India todavía no lo han hecho. Australia ha adoptado el empaquetado sin publicidad, y otros países están comenzando a seguir este ejemplo. Algunas preguntas simples en los certificados de defunción o durante las autopsias verbales acerca de si las personas fumaban o no podrían permitir un monitoreo de bajo costo de las consecuencias del consumo de tabaco en numerosas poblaciones.

Los Gobiernos y los organismos internacionales con vastos conocimientos y experiencia en ciencia de datos, tales como el Grupo Banco Mundial y la Organización para la Cooperación el Desarrollo Económicos (OCDE) junto con la OMS, también podrían ayudar a los países a crear fuentes de datos accesibles e independientes de las ventas, los ingresos y el contrabando que sirvan de base para políticas de impuestos al tabaco razonables. Los funcionarios financieros de los países deberían rechazar los consejos de los cabilderos del tabaco para evitar caer en situaciones de conflicto de interés, tal como la OMS recomienda a los funcionarios de la salud.

Es necesario implementar el Convenio Marco para el Control del Tabaco (CMPC) de manera más eficiente durante la próxima década para aumentar el porcentaje de personas que dejan de fumar en los países de ingreso mediano y bajo. El Banco Mundial recomendó la tributación como la estrategia fundamental en el documentoLa epidemia de tabaquismo: Los gobiernos y los aspectos económicos del control del tabaco, (PDF) publicado en 1999. Recomendaciones similares se encuentran en informes recientes sobre impuestos al tabaco de la OMS y del Fondo Monetario Internacional. (PDF, en inglés) Sobre la base de datos empíricos y experiencias de los países reunidos a través del tiempo, triplicar el impuesto específico en todo el mundo podría ser la única manera de alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas de ¡reducir en 30 % las muertes por enfermedades no transmisibles antes de fines de 2030!

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