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10 razones por las que debes emprender un negocio en tus 30 años

A tourist uses an umbrella to protect herself from the sun outside El Prado Museum in Madrid, Spain, August 3, 2017.REUTERS/Juan Medina - RTS1A8U8

Image: REUTERS/Juan Medina

Ricardo Dorantes
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Emprendimiento

La edad resulta tan relativa en para emprender un negocio que todo puede depender de una buena idea o de años de trabajo duro. Ahí, en la cima de los millonarios, está el mejor ejemplo: Mark Zuckerberg (33) es el quinto hombre más rico del mundo, mientras que Bill Gates (61) ocupa la primera posición. Entre ellos hay 28 años de edad de diferencia, aunque ambos iniciaron antes de sus treinta.

No hay una edad establecida para integrarse a las filas del mundo emprendedor, algunos apuestan por hacerlo desde muy jóvenes, impulsados por programas universitarios de emprendimiento, y otros prefieren acumular experiencia, conocimiento e incluso un buen colchón de dinero para aventurarse.

“Una edad muy recomendable para emprender –y en la que se concentra la mayor parte de emprendedores exitosos a nivel mundial— está entre los 35 y 40 años, pues es una etapa en donde ya hay un cúmulo de experiencia, de capacidad, independencia patrimonial y de desarrollo intelectual”, señala Juan Alberto González Piñón, director del Programa de Emprendimiento de la Universidad Panamericana.

Al cumplir la treintena, este podría ser el mejor momento para crear un proyecto, consolidarlo y vivir de él. Así lo aseguran algunos expertos del terreno emprendedor, quienes ven en esta edad la etapa ideal para arriesgarse.

“Los treintas combinan dos factores importantes: ya la piensas dos veces al regarla, actúas pensando en las consecuencias y, por otro lado, también conservas la rebeldíade hacer las cosas. En contraparte, a los 20 tienes poca madurez para afrontar tus errores y a los 40 piensas demasiado para tomar decisiones”, contrasta Martín Gutiérrez, emprendedor y creador de la empresa Moneda Blanca.

De igual forma, amplía González Piñón, a los 30 años una persona cuenta con, aproximadamente, siete años de experiencia en el campo elegido, sin mencionar que ya pudo haber ampliado su trayectoria académica, a través de diplomados, maestrías o cursos que mejoran sus habilidades.

“Es un buen momento para poner a prueba las capacidades adquiridas”, señala el especialista.

Para el también secretario de vinculación de la Escuela de Ciencias Económicas y Empresariales de la UP, contemplar la idea de emprender no es una cuestión opcional, sino que pronto se convertirá en una obligación para aquellos que tengan la posibilidad de hacerlo.

“Vivimos en un entorno de sacudimientos económicos y políticos, a nivel local y global, y el Gobierno está limitado en su crecimiento, por lo que, pensando en esas condiciones de país, emprender es una obligación ciudadana, una forma de buscar el crecimiento personal y del país que cada vez deben tomar más jóvenes”, abunda.

En ese sentido, las nuevas generaciones han cambiado los propósitos de emprender, pues han volteado hacia el emprendimiento social y a la búsqueda de impactar en su entorno de diferentes maneras.

“En nuestra incubadora procuramos que los emprendimientos vengan desde el ser. Antes, la mayor parte de las empresas tenían como objetivo ganar dinero, mientras que a los millennials les ha interesado más el beneficio social. La principal premisa de un emprendimiento debería ser que ayude a la humanidad”, zanja Gutiérrez.

Los expertos comparten las razones principales por las que aquellos que disfrutan de sus 30-39 años deberían estar pensando en dejar la vida de oficina para embarcarse en el sueño emprendedor:

Disciplina: en la experiencia de los especialistas, los jóvenes procrastinan demasiado, mientras que una persona en los 30 está más dispuesta a establecer una disciplina para imponerse horarios, establecer retos y cumplir objetivos.

Visión de largo plazo: en esta edad también se reconoce mejor que todo esfuerzo requiere de tiempo y mucho esfuerzo. Un emprendimiento, destaca González Piñón, a veces requiere de tres o cuatro años para cimentarse bien.

Buscar una calidad de vida: a esta edad, la mayor parte de las personas ya tiene una idea de qué tipo de vida quiere tener: si le gusta viajar, conocer gente, ampliar su cultura, etcétera. El emprendimiento podría acercar más a ese objetivo que la vida de oficina.

Resiliencia: la madurez en los negocios no sólo implica mayor experiencia laboral o académica, sino también ser capaces de reponerse del fracaso. A los 30 años, las personas ya pueden entender que el fracaso también es parte del éxito y no cocerse al primer hervor.

Adaptación al cambio: salir de la zona de confort es un golpe duro para cualquiera. El hecho de ver la necesidad de ciertos cambios en el proyecto como una ventana de oportunidad y no como un problema también es parte de ese crecimiento que se obtiene con el tiempo.

Enfoque desde el ser: Martín Gutiérrez asegura que es necesario perderse varias veces para volverse a encontrar. Sólo así una persona puede llegar a la idea que en realidad busca, al emprendimiento desde el punto de vista de la pasión y del sueño, y no de lo material o económicamente efectivo.

Comprender el valor del tiempo: a los 30, los emprendedores saben bien la importancia de su tiempo, por lo que se enfocarán y decidirán mejor. El tiempo que se pierde en un proyecto que en realidad no le apasiona al emprendedor es irrecuperable.

Combinar trabajo y tecnología: los emprendedores de 30 años, explica el académico de la UP, son más conscientes de que la tecnología es un conjunto de herramientas para mejorar u optimizar el proyecto, pero también más acostumbradas a desarrollar iniciativas y dedicarse de lleno a su proyecto.

Cumplir sueños: “si quieres tener lo que pocos tienen, tienes que estar dispuesto a hacer lo que pocos hacen”, es uno de los mantras de Martín Gutiérrez. Los 30 años es buena edad para cumplir con esos objetivos de vida o empezar a recorrer el camino hacia ellos. Un proyecto emprendedor es una opción para llegar a los sueños.

Desarrollar el oficio: cuando un proyecto emprendedor empieza a impactar a nivel cercano, local o mundial, se empieza a cumplir un propósito de vida, dice Gutiérrez: impactar a los demás y así poner un granito de arena. Los 30 años es la edad de la madurez para aceptarlo y hacer lo posible por llegar a más personas.

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