Las mujeres lideran la revolución tecnológica en España

Sarah Harmon, responsable de LinkedIn para España y Portugal. JAMES RAJOTTE

Virginia Collera
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En España, compañías como Google, Facebook, LinkedIn, Siemens, IBM y Microsoft están lideradas por mujeres. Desde la cúspide, impulsan la atracción del talento femenino a la industria tecnológica, donde siguen predominando los hombres. Defienden que se trata de un imperativo tanto moral como económico. Solo las plantillas diversas tendrán futuro. Entre otros retos, las protagonistas de estas páginas luchan por que las nuevas generaciones no renuncien a las carreras técnicas. Y aspiran a pulverizar clichés en campos como la tecnología y la ingeniería.

Rosa García tenía 36 años cuando regresó de Estados Unidos para asumir la presidencia de Microsoft Ibérica. “Sentí una gran responsabilidad. Las pioneras teníamos que hacerlo bien por dos razones: para ayudar a que otras mujeres soñasen con que se podía llegar ahí y para que los directivos comprendieran que poner a una mujer al mando no era un mal negocio”. Desde entonces, la compañía de Redmond ha encadenado presidentas para España y Portugal: María Garaña sucedió a García y Pilar López es quien hoy está al frente de un equipo de 700 trabajadores. Pero no solo Microsoft, también Google —Fuencisla Clemares—, Facebook —Irene Cano—, LinkedIn —Sarah Harmon—, Siemens — Rosa García— e IBM —Marta Martínez— están lideradas por mujeres en España. La ecuación parece sencilla: cuando a ellas se les dan las mismas oportunidades que a ellos, también llegan arriba. “En general, las tecnológicas no acarrean esa carga histórica de ‘las cosas siempre se han hecho así’. Son más flexibles y han sabido aprovechar el talento tanto masculino como femenino porque, al emerger más tarde, ya había mujeres licenciadas en un porcentaje más elevado. En los sectores más tradicionales predomina un clima que beneficia a los hombres”, razona Mireia Las Heras, profesora de dirección de personas en las organizaciones de IESE Business School. “Y no porque sea un coto exclusivo y excluyente, sino porque son los que siempre han estado ahí y por tanto han creado unas estructuras y procesos a su medida. Ellas se han incorporado más tarde y cuesta valorar la diferencia”.

En 2014 Google hizo públicos datos de la diversidad de su plantilla. Siempre habían sido reticentes, pero debían reconocer su error y abrazar la transparencia, escribía en el blog de la compañía de Mountain View Laszlo Bock, por entonces vicepresidente de recursos humanos de la compañía. Los números les sacaron los colores: el 70% eran hombres, el 30%, mujeres. Además, solo un 21% de ellas ocupaban cargos de liderazgo y un 17% desempeñaban puestos técnicos. Cundió el ejemplo, y LinkedIn, Yahoo, Twitter, Pinterest, eBay, Apple y Microsoft también divulgaron estadísticas más detalladas de sus trabajadores. En resumen, había mucho que mejorar. Pero, por fin, la industria tecnológica que había transformado la forma en que compramos, viajamos, socializamos o trabajamos y que, según su evangelizador discurso empresarial, aspira a construir un mundo mejor, se comprometía a remangarse por evitar la desigualdad.

Rosa García, presidenta y CEO de Siemens España. JAMES RAJOTTE


Entre 2006 y 2016, según un estudio reciente de LinkedIn, aumentó en un 18% la presencia femenina en cargos de responsabilidad en la industria tecnológica mundial. También ha crecido el porcentaje de contrataciones para puestos técnicos en general: se ha fichado, sobre todo, a más diseñadoras de experiencia de usuario (un incremento del 67%), directoras de tecnología (CTO) (60%) y desarrolladoras web (43%).

La estadounidense Sarah Harmon, responsable de LinkedIn en España y Portugal, considera que estamos ante un avance que, de momento, solo puede calificarse de ligero. “Pero sí que creo que las tecnológicas han entendido la importancia de ser inclusivos. En LinkedIn pretendemos ser una compañía diversa porque queremos ganar. Ser los más competitivos. Y creo que esa actitud de la industria tech todavía no se ha infiltrado en otros sectores. Todo el mundo reconoce que es lo correcto, pero muchos todavía no han asimilado que también es beneficioso para el negocio”.

Las seis protagonistas de este reportaje coinciden: liderar plantillas diversas no es solo un imperativo moral. Es un imperativo económico. “Cuando convergen distintos puntos de vista, el debate es infinitamente más rico, y las decisiones, mejores. Nosotros lanzamos productos para todo el mundo y, por tanto, nuestros trabajadores deben reflejar la diversidad de la sociedad para que seamos capaces de ofrecerles productos que les sean útiles a todos, con independencia de su género, raza, religión, cultura u orientación sexual”, señala Fuencisla Clemares, directora general de Google España y Portugal.

Irene Cano, directora general de Facebook Iberia. JAMES RAJOTTE


El año pasado Google anunció que las mujeres ya representaban el 31% de su plantilla. Un incremento de un punto porcentual con respecto a 2014. En Facebook la representación creció del 32% al 33%. En Microsoft, en cambio, hubo un retroceso: en 2015, 31.064 de sus empleados eran mujeres; en 2016, 29.302. En una industria acostumbrada a transformaciones constantes y, a menudo, vertiginosas, el avance en igualdad se presenta arduo. A pesar de su voluntad de enmienda, Silicon Valley, corazón del sector, se encuentra en el punto de mira de asociaciones de mujeres y medios de comunicación.

“En los últimos ocho años he trabajado en una oficina donde hay más mujeres que hombres y yo siempre he intentado garantizar la diversidad en mis equipos. Pero aunque ciertas mujeres que estamos en la cúspide del sector tecnológico tengamos mucha visibilidad, no debemos crearnos una idea equivocada: en España las niñas no quieren estudiar carreras STEM [por sus siglas en inglés, ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas] y solo el 4% de los CEO en empresas tecnológicas son mujeres”, sostiene Irene Cano, directora general de Facebook Iberia. “Mentiría si dijera que no opero en un entorno masculino. Todavía en la mayor parte de las reuniones a las que asisto soy la única mujer o hay, a lo sumo, otra más al fondo de la sala. Obviamente esto no favorece ni la igualdad ni tu capacidad de expresarte porque estás en minoría y, por tanto, te sientes en una posición débil para opinar, tomar decisiones, etcétera. Para mí no ha sido un handicap para crecer, de hecho, aquí estoy sentada. Ahora bien, he tenido que aguantar muchas cosas que no creo que muchos de mis compañeros hayan soportado”.

Porque todas rechazan que hayan tenido que demostrar más que sus compañeros, pero sí que ha sido necesario, en ocasiones, gestionar la sorpresa o curiosidad que despertaba una mujer al mando. “Evidentemente, somos distintas y, a veces, según la cultura y el entorno en el que te muevas, puede ser más difícil que entiendan y valoren tu estilo”, añade Clemares. “Por ejemplo, a mí cuando trabajaba en consultoría me dijeron que era poco asertiva y, por tanto, mi mensaje no llegaba. A mí me sorprendió porque tenía una relación excelente con mis clientes, pero busqué ayuda y la recomendación que me dieron fue: ‘Habla más alto’. Ese era el problema que no habían sabido diagnosticar porque estaba en un entorno donde predominaban los hombres y yo constituía la diferencia. ¿Esto me ha obligado a trabajar más? No. Me ha exigido trabajar mi estilo, que también funciona y obtiene resultados”.

A principios de mes, la Real Academia de Ingeniería (RAI) clausuraba la primera edición del programa de mentoring (alumnas de cuarto curso ­asesoraban a chicas de primer año, y profesionales del sector STEM orientaban a las estudiantes de último año sobre el tránsito al mundo laboral) del proyecto Mujer e Ingeniería, que persigue “disolver” la brecha de sexo en la disciplina.

Pilar López, presidenta de Microsoft España. JAMES RAJOTTE


“La ingeniería sigue siendo un entorno hostil para las mujeres. Os echo de menos. Estamos muy a gusto con los hombres, pero hay que romper ese cordón y convencerlos de que aportamos, como mínimo, una visión distinta”. Este llamamiento de una de las mentoras, profesional de las energías renovables, contrastaba con la “alegría” de uno de los académicos, que, al iniciar el acto en el auditorio del vetusto palacio del Marqués de Villafranca de Madrid, celebraba que ya les quedase “muy poco que reivindicar”. La audiencia, mayoritariamente femenina, se revolvió en sus sillas. El murmullo que avivó el comentario iba acompañado de un sincronizado cabeceo: no, no, no. Aún quedan muchas batallas por librar.

“A las mujeres aún les cuesta imaginarse como ingenieras o matemáticas. Las familias y los colegios deben reflexionar sobre cómo están educando a las niñas”

En España, el 54% de los alumnos de grado son mujeres que fundamentalmente eligen estudiar Educación Infantil, Enfermería, Psicología, Medicina, Educación Primaria y Derecho. Ellos siguen acaparando las ingenierías: representan el 76,4%, según datos extraídos del informe La Universidad española en cifras 2014-2015, editado por la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE). En el curso 2015-2016, según datos del Ministerio de Educación, ellas constituían el 12,1% del alumnado de Ingeniería Informática o el 13% de Ingeniería Mecánica, las titulaciones con mayor número de matriculados. Entre las protagonistas de este reportaje, solo dos han cursado carreras de ciencias.

“El problema es generalizado: menos chicos y chicas quieren estudiar ingeniería. Hay un descenso notable de vocaciones”, señala Sara Gómez, primera mujer que dirigió la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Industrial de la Universidad Politécnica de Madrid y líder del proyecto impulsado por la RAI. “Pero, en el caso de las mujeres, es más grave: todavía hoy les cuesta imaginarse como profesionales de la ingeniería o las matemáticas. Tan solo en arquitectura y en biomedicina existe la paridad. Esto no es políticamente correcto, pero las familias y los colegios deben reflexionar sobre cómo están educando a las niñas. Tiene que calar el mensaje de que lo único que puede limitarte son tus habilidades, nunca tu género”, afirma rotunda.

Cuando llega la hora de pagar, la cuenta siempre se desliza al hombre, se analiza con celo y sin piedad la vestimenta de políticas y primeras damas, y las niñas, desde la cuna, son princesas que nunca dispondrán de las capacidades necesarias para acceder a los puestos científicos de alto nivel. Al menos eso es lo que piensan el 63% de los españoles, según una encuesta realizada por la Fundación L’Oréal en 2015.

Marta Martínez, presidenta de IBM España, Portugal, Grecia e Israel. JAMES RAJOTTE

En 2016, la brecha de género entre los licenciados en carreras STEM ascendía al 47% en todo el mundo, según el Foro Económico Mundial. Esa distancia se atribuye habitualmente a una combinación de estereotipos negativos y ausencia de referentes que mina la autoestima y, por tanto, las aspiraciones de las chicas con aptitudes e interés por la ciencia y la tecnología. Y, también, las aspiraciones de una industria tecnológica que necesita y necesitará cada vez más profesionales de estos campos, los más demandados en el contexto de la inminente cuarta revolución industrial, y que no puede permitirse renunciar al talento femenino. “En IBM tenemos un programa con las universidades más importantes del país. Tratamos de mostrar hacia dónde se encaminan los trabajos más técnicos y también de desmitificar su dificultad. Es una de las labores más importantes que hacemos, pero es verdad que llevamos un tiempo detectando que hay que empezar antes”, señala Marta Martínez, presidenta de IBM para España, Portugal, Grecia e Israel.

“Es importante mirar hacia arriba y ver a mujeres al frente de compañías tecnológicas. Hacen falta referentes. ¡no podemos seguir recurriendo a Marie Curie!”

En el instituto. O incluso antes, en el colegio, porque, según un estudio reciente de Microsoft, a los 11 años las chicas tienen el mismo interés por la ciencia y la tecnología que los chicos, pero, en el caso de ellas, empieza a decaer a partir de los 15 años. “Cuando vamos a los colegios nos topamos con una enorme falta de confianza. Nos dicen: ‘Estas carreras no serán para mí, no seré capaz de hacerlo, ahí solamente trabajan los buenos’. Estos son mensajes verbalizados por niñas con un potencial enorme”, lamenta Pilar López, presidenta de Microsoft España.

Sarah Harmon, responsable de LinkedIn para España y Portugal. JAMES RAJOTTE

Cuando Irene Castillo, Celia Sabio o Raiza Acosta, evangelizadoras del programa Mujer e Ingeniería, entran a las aulas a explicar en qué consiste ser ingeniero, les devuelven miradas de extrañeza. A veces incluso les preguntan directamente: “¿Pero esto no es algo de chicos?”. “Cuando charlamos con chavales aún vemos comportamientos más propios de la época en la que yo estudié que de esta. Algunas niñas vienen después a consultarme por la profesión porque no se atreven a hacerlo delante de sus compañeros. Temen que las tachen de raras”, relata Gómez, que estudió Ingeniería Industrial a finales de los setenta, cuando, dice, era habitual escuchar que las chicas que se matriculaban en la carrera solo querían cazar maridos ingenieros. Jessica Amo, inminente ingeniera de Caminos, Canales y Puertos, describe que, aunque las mujeres siguen estando en minoría en clase, hoy el clima en la universidad es bueno. “Aunque me consta que todavía se oye de vez en cuando eso de ‘tú qué haces aquí, vete a fregar’, y hay profesores que nos advierten de que nosotras tendremos que echar mano de carácter para imponer nuestra autoridad en la obra”.

Ada Lovelace —hija del poeta británico Lord Byron— está considerada la primera programadora informática de la historia. No la primera mujer: también adelantó a los hombres en la gesta de publicar, en 1843, un programa escrito para un prototipo de ordenador diseñado, pero nunca construido, por el matemático Charles Babbage. En 2009 se decidió que el 15 de octubre sería su día oficial para conmemorar su genio y de paso que su labor, tantas veces invisibilizada, pudiera servir de inspiración a las nuevas generaciones. “Pero ni siquiera los que estudian informática la conocen”, opina Montse Cervera, alumna de Ingeniería Industrial en la Universidad Carlos III de Madrid. “Esta es una gran traba porque apenas tenemos referentes. ¡No podemos seguir recurriendo a Marie Curie! Por eso es importante mirar hacia arriba y ver a mujeres al frente de compañías tecnológicas. Parece que llegar es más fácil”. Ese es, precisamente, el reto de las mujeres que ostentan el liderazgo de la industria tecnológica, defiende Pilar López, presidenta de Microsoft España. “Yo tengo interiorizado que debemos ejercer de role models. Atraer talento femenino es una parte fundamental de mi trabajo. También lo sería si fuera un hombre, pero en mi caso puedo sumarle la experiencia y el convencimiento personal”.

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