Las diez pautas para derrotar al ISIS

U.S. President Barack Obama travels aboard the Marine One helicopter to the White House from Joint Base Andrews, Maryland, U.S. October 9, 2016. REUTERS/Jonathan Ernst - RTSRIA7

Image: REUTERS/Jonathan Ernst

Jean-Marie Guéhenno
Director, Kent Program, Columbia University's School of International and Public Affairs
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Durante el último año, los movimientos extremistas violentos han hecho grandes avances. ISIS ha consolidado su control sobre una gran franja de Irak y Siria, al atraer a miles de extranjeros, establecer puntos de apoyo en otros lados y perpetuar ataques terroristas en Medio Oriente y en otros lugares. Los miembros de Al Qaeda, desde Yemen a Siria o Somalía parecen resistentes, y en algunos casos, más fuertes que nunca. Los ataques de ISIS en Occidente –aparentemente coordinado a nivel central en el caso de París y perpetuados por lobos solitarios en los otros casos– han aumentado la presión de las potencias occidentales para responder de maneras más enérgicas. Definitivamente, se puede hacer más para luchar contra ISIS. Sin embargo, las acciones deben estar bien fundamentadas por un diagnóstico preciso del problema y se deben evitar los errores pasados.

Teniendo en cuenta esto, presentamos 10 reglas para considerar en la lucha contra ISIS. Todas ellas se basan en años de experiencia en el International Crisis Group mientras cubría movimientos extremistas violentos y los conflictos derivados.

1. No exagerar la amenaza

ISIS ha demostrado su poder y podría volverse aún más fuerte, pero en el pasado, los extremistas han tratado de aprovecharse de la reacción exagerada de sus enemigos. Generalmente, el terrorismo está diseñado para provocar represalias violentas indiscriminadas, que los benefician aún más. El mismo ISIS es al menos en parte un producto de la “guerra contra el terrorismo” por parte de los EE. UU. después del 11 de septiembre. Los líderes de los EE. UU. y Europa necesitan controlar mejor el discurso, evitar alimentar el miedo, asegurarse de no alienar comunidades enteras y usar la fuerza de una manera sensata.

2. No esperar que las bombas derroten a ISIS

Las bombas pueden dañar los campos de entrenamiento, debilitar las estructuras de mando y matar a los líderes. Pero no se ha derrotado a ningún movimiento insurgente arraigado en una comunidad solo con bombas. Los bombarderos se quedarán sin objetivos e ISIS aún seguirá controlando partes de Irak y Siria. Las bombas solas incluso pueden resultar contraproducentes: las víctimas civiles y el daño a las propiedades puede empujar a las comunidades a los brazos de los extremistas. En conclusión, la batalla debe darse sobre el suelo.

3. No esperar que los “aliados” libren esa guerra terrestre

ISIS puede ser un enemigo común, pero pocos enemigos de la región lo consideran la prioridad número uno. Los saudíes están más preocupados por debilitar a Irán. Las prioridades más importantes de Turquía en Siria son expulsar a Assad y contener el separatismo kurdo. Los kurdos sirios se preocupan por Kurdistán. Irán, junto con el régimen de Assad, y por ahora Rusia, se preocupan más por mantener a Assad en el poder que en derrotar a ISIS. Las políticas regionales y la creciente competencia entre los estados no solo han sido de gran beneficio para ISIS, sino que también han complicado los esfuerzos para derrotarlo.

4. No subestimar las raíces políticas y socioeconómicas de ISIS al centrarse exclusivamente en su propaganda religiosa

Es cierto que muchos de los componentes que conforman a ISIS son religiosos y persiguen fines teológicos. Y también es verdad que décadas de mensajes religiosos patrocinados por el Golfo, a través de las escuelas o de la televisión satelital, han ayudado a crear un clima predispuesto a recibir estos mensajes. Pero en Medio Oriente, donde ISIS y otros grupos yihadistas han ganado el apoyo o el consentimiento de comunidades bajo su control, no tiene mucho que ver con la ideología, sino con los beneficios que ofrecen, en particular a personas que viven en zonas de conflicto o en estados fallidos. ISIS ha ganado apoyo, en gran parte, por la violencia que los musulmanes suníes sufrieron en manos de los regímenes de Bagdad y Damasco, y por recurrir a los marginados y aislados dentro de la comunidad sunita. Además, la nueva generación de jóvenes radicalizados en Europa está siendo atraída a ISIS por Internet, en vez de hacerlo en las mezquitas, a menudo con poca referencia a la religión y mucho más a la violencia o la fraternidad. Parafraseando al académico francés Olivier Roy: estamos siendo testigos de la islamización del radicalismo en lugar de la radicalización del Islam.

5. No aplicar políticas para derrotar a ISIS que agraven las condiciones que contribuyeron a su surgimiento

La creciente influencia de ISIS, al igual que la de otros grupos extremistas, es en gran medida el producto de la violencia y de décadas de regímenes represivos. Al asociarse con gobiernos represivos (particularmente aquellos que clasifican a todos sus enemigos como extremistas violentos) en un esfuerzo por acabar con esta amenaza, se corre el riesgo de empujar una mayor cantidad de enemigos al campo extremista. Además, centrarse exclusivamente en el extremismo puede llevar a los gobiernos a pasar por alto otras fuentes de fragilidad que pueden crear las crisis y el colapso del estado que benefician a los extremistas.

6. Entender la naturaleza multidimensional del problema

ISIS y los otros grupos extremistas son síntomas del dramático conflicto en el Medio Oriente. La división entre suníes y chiítas y un profundo sentimiento de victimización por parte de los suníes son, por supuesto, los factores más importantes en su surgimiento. Menos conocidos, pero quizás no menos importantes, son los cambios paralelos dentro de las comunidades suníes, particularmente en Irak, donde ISIS ha sabido sacar provecho de las fracturas sociales, urbanas, rurales, tribales, generacionales y más, para darle a otros, y no solo a extremistas, una participación significativa en su mandato continuo.

7. Ser prudente con el uso de la fuerza

Las fuerzas militares generalmente necesitan formar parte de la lucha contra el extremismo, pero siempre resulta ser un instrumento contundente, en especial cuando el objetivo principal es, como debe ser, ganarse el apoyo de las comunidades. Solo deben participar las fuerzas que puedan establecer relaciones locales positivas en un ataque. En el caso de ISIS, probablemente se deba descartar la lucha de los chiítas en áreas con mayoría de suníes y las fuerzas kurdas en tierras árabes, y se debe tener precaución hasta con las fuerzas suníes locales que pueden tener asuntos por resolver. Si el sufrimiento de una comunidad local no se puede minimizar, probablemente sea preferible evitar ganar territorio y, en su lugar, contener a ISIS dentro de sus fronteras actuales. Tomar el territorio y perder nuevamente al pueblo, como sucedió en el período posterior a la invasión estadounidense de Irak y la Primavera Árabe, es peor que dejar a ISIS en control.

8. Trabajar abiertamente para acabar con la polarización que destruye a Medio Oriente y no volverse parte de la misma involuntariamente

La progresiva competencia entre las monarquías del Golfo, particularmente en Arabia Saudita e Irán, reflejadas ahora en un eje Irán/Rusia enfrentado a una coalición liderada por Arabia, es una amenaza para la estabilidad tan grave como ISIS, que dirige las corrientes sectarias de la región y deja espacios abiertos al extremismo. Los líderes occidentales deberían reconocer esto públicamente y redoblar los esfuerzos por disminuir las tensiones. A menos que hagan esto, las estrategias para derrotar a ISIS no resultarán efectivas.

9. Intensificar los esfuerzos para finalizar las guerras existentes y prevenir otros estallidos, sobre todo respondiendo de forma sensata al terrorismo

Sin acuerdos de paz razonablemente inclusivos en Siria, Yemen y Libia, será imposible derrotar a los grupos vinculados con ISIS y Al Qaeda, ya que se han desarrollado a medida que se intensifica la lucha de más grupos armados entre ellos mismos. Debido a esto, cualquier crisis en el mundo musulmán puede asumir una dimensión extremista, incluso en países con poca historia de yihadismo salafista. Prevenir el conflicto es esencial para proteger los estados que se mantienen en pie. Para esto, se necesita apoyar a las zonas en peligro, como el Sahel, donde el tráfico ilegal de todo tipo se transforma fácilmente en violencia política. Desde que los grupos yihadistas como ISIS se enraizaron después de un largo período de agravios locales impunes, respuestas en materia de seguridad equívocas y enconados conflictos de baja intensidad, es fundamental centrarse en la prevención y en acciones rápidas. Una vez que un conflicto local se ha radicalizado, adquiere una dimensión transnacional que requiere una solución política mucho más difícil de alcanzar. Por lo tanto, aunque Medio Oriente se encuentre en llamas, Europa no debería olvidarse de Sahel y de África subsahariana.

10. En los países desarrollados, se debe priorizar la seguridad nacional sobre la intervención militar en Medio Oriente

La participación militar puede debilitar potencialmente el atractivo y la influencia de los movimientos yihadistas demostrando que no son invencibles. Sin embargo, su erradicación futura será el resultado de procesos políticos que pueden durar décadas. Mientras tanto, la prioridad debe ser prevenir la fragmentación destructiva de las sociedades multiculturales occidentales. Esto requiere un claro rechazo de la política del miedo, pero ese rechazo solo será posible si se contiene al terrorismo, que demanda recursos suficientes para proteger el ámbito interno.

Autor: Jean-Marie Guéhenno es presidente y director ejecutivo del Jean-Marie Guéhenno, presidente y director ejecutivo del International Crisis Group. Participa de la reunión anual del Foro Económico Mundial de Davos.

Las opiniones que se expresan en este artículo son solo del autor y no del Foro Económico Mundial

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